Lámparas en el Rococó, Francia (Luis XV)

El paso del barroco Luis XIV al inquietante y frívolo rococó de Luis XV tuvo como nexo, a modo de
puente, una etapa histórica bien significativa: la de los ocho años que duró la Regencia del Duque
de Orleáns. En este artículo veremos la repercusión del estilo Rococó en las lámparas.

«El rococó no es un arte regio, como lo era el barroco. Más bien viene a ser el arte de la
aristocracia y alta clase media de la época.

Los patronos privados comienzan por entonces a desplazar a los reyes en la actividad constructora,
y en vez de palacios y castillos se construyen hôtels y petites maisons; al frío mármol y
al pesado bronce de las estancias solemnes se prefiere la intimidad y la gracia de
cabinets y boudoirs; el colorido serio y solemne; el castaño y la púrpura, el azul oscuro
y el oro, se sustituyen por los colores al pastel, por el gris y el plata, el verde reseda y el rosa.

El rococó gana, en oposición al arte de la Regencia (arte de transición), en preciosismo y elegancia,
en atractivo juguetón y caprichoso, pero también al mismo tiempo —y ello es evidente— en intimidad y
ternura; evoluciona, por un lado, el arte mundano por excelencia, mientras que por otro se acerca al
gusto burgués por las formas diminutas.

Es un arte decorativo, virtuosista, picante; nervioso, que sustituye al barroco macizo, estatuario y
realista.»

Fig. 1.- Lámpara Luis XV. (Biblioteca Marino. París)

Las lámparas en el rococó tuvieron una vida bastante efímera; antes de la moda del rey, ya la
Pompadour había puesto en movimiento la gran influencia que sobre los artistas de la época ejercía,
influencia encaminada a conseguir el logro de un cambio de moda importante.

Las lámparas en el rococó se caracterizan por un estilo de gran personalidad, cosa que le hace un caso
único y aparte en relación con los demás estilos conocidos.

Una de sus características más destacadas es la exuberancia de líneas, siempre asimétricas pero siempre
también llenas de gracia y de un admirable equilibrio dentro de su aparente desorden.

La vegetación, en un constante y estilizado movimiento, es su tema principal, así como igualmente lo es
la rocalla, motivo ornamental que ya apareció durante la Regencia.

Creemos que el que mayormente contribuyó a la expansión de un motivo decorativo tan característico como
este de la rocalla, y aun del propio estilo rococó, fue Meissonier (decorador, pintor, escultor,
arquitecto y orfebre, nacido en Turín en el año 1693).

Meissonier fue autor de una obra de gran mérito titulada «Oeuvre», que está formada por 119 modelos de
variadas materias, contenidas en 80 láminas. Dicha obra, que obtuvo gran éxito, se difundió rápidamente
por toda Europa y llegó a ejercer gran influencia sobre la mayor parte del territorio continental (2).

Tipos de lámpara mixta de cristal y metal se usaron todavía con cierta profusión durante la primera
época del reinado de Luis XV, procedentes sobre todo del período de la Regencia.

La época fue prolífica también en lámparas de bronce. Son lámparas de gran riqueza ornamental que, por
esta razón, carecen muchas veces de la fragilidad y gracia frívola de sus hermanas de época.

Su fundición se realizaba invariablemente mediante el procedimiento de las ceras perdidas, ya que la
complicada técnica de su construcción no permitía el uso de ningún otro sistema. Sus formas respondían
a los cánones establecidos por el estilo (1).

Un tipo de lámpara muy característico de la época y que sigue usándose en nuestros días es el aplique
de pared.

Las placas están formadas por hojas en constante asimetría y algunas veces están combinadas con flores
y rocalla; su típica expresión la constituye un suave movimiento en forma de ese muy abierta.

De la placa salen, de un modo que imita a la naturaleza y con estudiado descuido, ramas cuajadas de
hojas o simplemente varas, también desiguales entre sí, que vienen a ser los brazos.

Son los conocidos apliques de diseño gracioso y formas curvas que siguen usándose incluso en decorados
de estilo moderno (3).

Fig. 3.- Aplique Luis XV. Lámparas en el rococó.

Refiriéndonos al candelero de la época, particularmente a los diseñados por Meissonier, cabe decir que
son piezas muy notables, graciosamente retorcidas, en las cuales el artista encuentra campo propicio en
donde hacer brotar su fantasía (y esto lo decimos a sabiendas de que la frase sugiere abundancia
vegetal, exuberancias, formas delirantes).

Tan así fue, que el creador de tales obras llegó a olvidar por completo en ellas todas las normas y
métodos del arte clásico, para lanzarse a una concepción enteramente nueva y distinta a todo lo hasta
entonces conocido.

Propio de la época era también el pequeño candelabro, en cuya parte alta se añadían varias hojas,
similares a las de los apliques y con idénticas funciones (4).

Fig. 4.- Candelabro Luis XV. (Sala del Consejo. Versalles)

Si en el estilo de Luis XIV es el cristal lo que aparece como una novedad centelleante, en el rococó es
la porcelana lo que pudiéramos llamar la estrella del estilo, mucho más suave, íntima y acorde, por lo
tanto, con las nuevas tendencias dominantes. Y no sólo se fabrican lámparas de esta preciosa materia,
sino que también se aplica su delicadeza a la creación de pequeños sobremesas que son verdaderas obras
maestras de refinada ingenuidad y belleza.

Siempre sobre el utópico tema campestre que deseaba reinventar una época fatigada de opulencias,
aparecen el pastor y la pastora de égloga, desprovistos, sin embargo, de la rudeza que supondría copiar
del natural.

Campesinos estilizados, conductores de ganado que parecen aristócratas vestidos de una
pseudo-inocencia enternecedora, aparecen en la escena de estos pequeños aparatos de luz. Muy conocido
es el de la pastorcita apoyada sobre un tronco roto, corderos alrededor y la combinación de unas ramas
de metal que terminan en flores de porcelana, y entre las ramas, confundiéndose con ellas, los brazos
que han de sostener las bujías (5).

También pequeños, inefables motivos de temas chinescos, aparecen como recién descubiertos por la época
de la mano suave de la porcelana. Hay pagodas diminutas junto a figuras chinas muy superiores en
tamaño, y otras modificaciones de la realidad no menos sorprendentes o ingenuas. El sobremesa chino
llevaba a su pequeña área de luz un aire, como dormido, de intimidad y ternura en medio de su exótica
gracia.

Fig. 5.- Sobremesa estilo Luis XV, de bronce y porcelana. Por los años 1785.
(Colección Wallace. Londres)

Naturalmente, y pese a la delicadeza decorativa de estas piezas, la combinación de porcelana y metal
tuvo ocasión de mayores lucimientos en lámparas colgantes que, como dijimos en el párrafo anterior,
asordinaban con su aparición los excesos y abusos del cristal. Porcelana llevaron también los
candeleros y los faroles rococó. El hierro pintado de blanco o en color pastel —verde tierno, de manera
especial— los complementaba.

El cuerpo, sólido, parecía insinuar. Flores y hojas, no hay que decirlo, eran lo que la porcelana debía
resaltar, de acuerdo con el frágil cometido de esta materia casi inefable que invadió Europa como una
ola de sutil orientación. Fue la época en que tanto Francia como Alemania dieron al mundo la creación
sorprendente y deliciosa de la lámpara enteramente realizada en porcelana.

Lámparas en el Rococó, Inglaterra

Hemos hablado de la gran influencia ejercida por el rococó en determinados países de Europa.

Sin duda alguna, el país que más personal interpretación hizo de este estilo fue Inglaterra, y esto
gracias al genio de Tomás Chippendale; artista de gran personalidad y talento, se reveló durante los
reinados de Jorge II y Jorge III. Publicó, a mediados de siglo, un libro ilustrado con dibujos propios
(6).

Fig. 6.- Farol estilo Chippendale. (Museum of Art. Filadelfia.)

Lámparas en el Rococó, España (Siglo XVIII)

En la época del Renacimiento, España no solamente importa obra hecha, sino que también importa hombres
capaces de realizarla. Se trajeron, pues, nombres del prestigio de un Siloe, un Colonial, Guas,
Torrigliano, Domenico, Fallini y otros. Las artes suntuarias, por medio de ellos, se encaminaban por
firmes senderos.

En el año 1765, Diego Juan de Ulloa trajo de Roma tres enormes lámparas realizadas por el orfebre
francés Luis Baladier. Eran lámparas de gran perfección, realizadas en el más bello y puro estilo Luis
XV, que fueron extraordinariamente admiradas por los entendidos de la época y particularmente por los
orfebres locales, en quienes dejó profunda huella.

Los resultados no tardaron en manifestarse. En el taller familiar de los plateros Pascual, formado por
Claudio y sus hijos —Francisco, Jacobo y Luis—, se realizaron, a imitación de estos famosos modelos,
tres lámparas de plata y bronce para el Monasterio de San Martín.

Son muchos, por aquella época, los orfebres españoles o residentes en España que realizan grandes y
monumentales obras de plata para el culto, entre los que se encuentra el barcelonés Juan Matons, autor
de los dos candelabros existentes en la catedral de Mallorca. Importantes son también dos candelabros
de gran tamaño que se conservan en la catedral de Burgos, obra de García Crespo, natural de Salamanca.

Por lo demás, la lámpara laica de bronce, barroca o rococó, apenas ha dejado muestras de su existencia
en España, a diferencia de lo ocurrido con la de cristal que, a partir de 1764, comenzó a fabricarse en
La Granja con destino a los palacios reales y que eran ejemplares muy bellos y ornamentales, puestos
rápidamente de moda en todo el país, lo que acentuó todavía más el contraste, relegando casi
definitivamente al olvido las ya escasas realizaciones en bronce.

Lámpara Luis XV. Biblioteca Marino, París.
Fig. 1.- Lámpara Luis XV. (Biblioteca Marino. París)
Farol policromado con adornos de porcelana, año 1750.
Fig. 2.- Farol policromado, con adornos de porcelana. Año 1750.
Aplique Luis XV, lámparas en el rococó.
Fig. 3.- Aplique Luis XV. Lámparas en el rococó.
Candelabro Luis XV, Sala del Consejo, Versalles.
Fig. 4.- Candelabro Luis XV. (Sala del Consejo. Versalles)
Sobremesa estilo Luis XV de bronce y porcelana.
Fig. 5.- Sobremesa estilo Luis XV, de bronce y porcelana. Por los años 1785.
(Colección Wallace. Londres)
Farol estilo Chippendale, Museum of Art, Filadelfia.
Fig. 6.- Farol estilo Chippendale. (Museum of Art. Filadelfia.)