El bronce y sus secretos

Invertir en bronce

El trabajo con metales y especialmente con bronce es una labor que requiere mucha experiencia, exige un completo dominio del oficio, paciencia y dedicación. Recordemos por un momento las majestuosas lámparas que cuelgan en los salones de palacios y casas de postín, candelabros, cabeceros de cama, relojes, etc., pero son las esculturas las piezas más apreciadas entre los coleccionistas, aunque no todo lo que reluce es bronce…

   El latón o también llamado cobre francés del siglo XIX, es una aleación común de color amarrillo de cobre y zinc. El cobre se encuentra más frecuentemente en utensilios domésticos (ollas, jarras, etc.), a menudo revestido de estaño, para evitar el envenenamiento por cobre. Es de color marrón rojizo, pero se transforma en marrón apagado, puede presentar un color marrón o negro verdoso si ha sido deslustrado.

   El El bronce y sus secretos, una mezcla de cobre y estaño, cuando sale de la fundición tiene un color rosado y con los años puede adquirir un color marrón oscuro. Es el material ideal para fabricar estatuas ya que funde muy bien, generalmente en cera perdida o arena. Una de sus característica es la gran cantidad de poros, lo que muchos escultores utilizan para dar mayor fuerza a sus obras o conseguir determinados efectos.

Lámparas de calamina

Fig. 1.- Relieve del Arco Triunfal de Tito en ROma. Los soldados son portadores de la Menorah. (Foto de Lichter Leuchanten im Abendlan, de Kurt Jarmunth.)

Las esculturas de calamina (carbonato de cinc) son más escasas que las de bronce, su fundición suele ser de estaño, plomo y calamina (cinc), las más comunes son las realizadas en la época de Napoleón. Durante la Revolución Francesa no era fácil encontrar bronce, ni latón, ni cobre. Para poder hacer estatuas sin materia prima se las ingeniaron y las hicieron de calamina.

   Son piezas maravillosamente realizadas, no pesan, son muy duras (lo que obliga a tener aún más cuidado ya que con un golpe se puede romper), después para dar vistosidad a las figuras les daban un baño de color. La calamina se utilizó mucho a finales del XIX y, sobre todo, principios del XX en esculturas de Art Déco y Art Nouveau. Son de color blanco pero se pueden encontrar también de color dorado o marrón, pero ojo hay muchas en el mercado que son de resina.

Las mejores piezas, las más livianas

Las mejores piezas de bronce no son las que pesan mucho, muy al contrario, las que tienen mérito son las que pesan menos porque están huecas por dentro y tienen los milímetros justos de pared. Tiene mucho más trabajo fundir a las ceras una estatua de bronce para que quede hueco que hacer esa misma pieza pero maciza, entonces hay que valorar dos cosas a la hora de comprar, si queremos comprar por kilos, o por diseño. En la actualidad es muy fácil trabajar en hueco con los nuevos materiales, como por ejemplo los moldes de silicona que abaratan mucho los precios.

   La mejor manera de saber si lo que nos están vendiendo es cobre, latón o bronce es limar (siempre por donde no dañe el aspecto de la pieza), pero claro esto no es posible en una tienda, anticuario o subasta, nos tenemos que fiar de su criterio. Aunque si conserva su color original es fácil distinguirlos aunque en numerosas ocasiones no es así y presentan un color alterado por baños y pátinas. En la actualidad hay baños de color buenísimos que penetran muchas micras (20 o 30) en el grueso del material por lo que resulta muy difícil saber para el que no entiende si lo que está comprando es realmente lo que paga y quiere. La resina también está en los mercados con baños dorados que más de uno ha adquirido pensando que se lleva una magnífica pieza de bronce.

Bronces con nombre propio

Las lámparas actuales se hacen en serie y no tienen nada que ver con las antiguas, la diferencia está en el trabajo. Una lámpara antigua nunca tiene rebaba, las de ahora no están hechas con cuidado, no se preocupan de limarlas, para disimular estos desperfectos les dan un color muy fuerte de dorado para que se le vayan los ojos, estas lámparas se venden por ciento cincuenta mil o doscientas mil pesetas, si estuvieran bien trabajadas valdrían el doble. Hay pocos artesanos que pongan sus sellos en las lámparas, sí lo hacían Certales o, Casa el Cura, pero es raro. Sin embargo en las camas es muy normal que esté el sello puesto, generalmente es una etiqueta de latón con los datos de la casa y de la empresa.

Fig. 2.- Hanoucca. Lámpara destinada a la "fiesta de los Macabeos". Siglo XIX

Las camas inglesas tienen todas su sello. Los mejores diseños son los franceses, aunque en España también se han hecho muchas y muy buenas. Las mejores son las de tubo muy grueso forrado, de forma redonda generalmente con algún angelito a ambos lados, esas son verdaderas piezas de museo, la gran mayoría tienen baño de oro al mercurio (los trabajadores que las hacía perdían la dentadura, este trabajo se lo dejaban a los presos a cambio de redimir años de prisión). Las antiguas camas se hacía con tierras negras en cajas de hierro que metían en hornos y una vez fría las piezas las limaban, etc. Ahora solo se preocupan de hacer en serie cientos de piezas.

Raspar para comprobar la autenticidad

 

Los años de experiencia hace que se tenga un buen ojo, pero aún así hay que cerciorarse, para ello una lima es un buen material para descubrir qué es lo que hay tras esa primera capa de brillo, si sale dorado es bronce y si sale enseguida un amarillo plomizo tiene todas las papeletas para que sea calamina,si es muy amarillo es latón, etc. también hay que saber la dureza y el peso de cada material.

   Una de las mejores inversiones en bronce son las esculturas, da igual la época que sea. Otras piezas preciosas en muebles son los apliques del XVIII en bronce. Al final del XIX o principios del XX los adornos que les ponen a los muebles son mediocres, no siempre, pero en muchos casos desentonan con el mueble. Las lámparas muy antiguas, suelen ser de bronce muy bien trabajadas, después, a partir de los años 20 o 30, se les añade plomo y otros materiales que se rompen con mucha facilidad.

Aluminio que pasa por oro o bronce

Hay piezas de hierro que se les ha dado un baño dorado, en menos de diez años se pica por dentro entonces salta el níquel y el dorado y hay que tirarlas. Los pulidores ejercen uno de los oficios más duros, existe la enfermedad del cobre, ahora utilizan mascarillas pero hace años no se utilizaban y tragaban una gran cantidad de metal. El cobre es también muy tóxico, pero el aluminio se lleva la palma. Hace años era normal encontrar a los químicos en los talleres, recogiendo el polvo que soltaban los trapos que usaban los artesanos del latón, luego fundían el polvo recogido y salía otra vez el latón.

   Hay un dorado que queda perfecto como si fuera auténtico, casi oro, es el aluminio con un baño dorado. En alguna ocasión si se les iba el color a rojizo le echaban unas gotas de limón y quedaba perfecto, parecía oro, podría pasar a simple vista por oro. El similor o pacotilla es una aleación de latón que tiene un contenido de cobre mucho mayor que el latón, lo desarrolló Christopher Pincheberck en el siglo XVIII, se encuentra frecuentemente en pequeñas piezas, es conocido como oro del pobre

Lámparas bajo sospecha

Una gran cantidad de lámparas que se venden como de bronce difícilmente pasarían la prueba de control de calidad. Para entenderlo rápidamente hay una explicación muy sencilla: El bronce es muy recio y muy poroso, por lo que resulta poco vistoso. Generalmente están realizadas con latón muy bueno (con mucha cantidad de cobre). La buena lámpara de bronce jamás se podría doblar ni siendo muy fino, es muy duro, antes se rompe. El dorado amarillo es latón, el dorado rosáceo tirando a rojo es bronce, aunque también si la aleación es estaño y cobre al cincuenta por ciento el color tiende asemi-rojo.

  Hay muchos que se llaman restauradores que sólo se dedican a soldar, lo que abarata el precio, pero siempre se nota la reparación. En el caso de tener que añadir un brazo nuevo es mucho más complicado ya que hay que hacer una caja de machos, es decir una plantilla de escayola, y otra caja hembra, para que el brazo pueda llevar los cables por dentro. Fundir una pieza es muy sencillo pero el problema del cobre es que no se puede manipular una vez fundido y por lo tanto hay que hacer dos piezas para poder meter los hilos. En las cajas de machos y hembras, con dos caras, se mete un hilo de hierro y se forra con tierra, al finalizar todo el proceso de fundición, se dan unos golpes y la tierra se desliza, se saca el hierro, entonces el brazo de la lámpara queda hueco. Esta restauración es más costosa, dependerá del tipo de lámpara, tamaño, etc. Los restauradores también deberían poner su marca, una restauración en bronce es eterna o debería ser eterna. Las mejores restauraciones son las que no se notan, todo lo contrario a otro tipo de restauraciones, como es el caso de la pintura, en las que se tiende a hacer notar el original.

  Al bronce se le puede dar un color verde para protegerlo del paso de los años y de las inclemencias del tiempo, si se le aplica una preparación especial para que esté en la calle no se estropea nunca. La restauración de piezas de bronce es muy complicada, para soldar una pieza hay que hacerlo con latón y si no se hace bien se nota la diferencia. Otro tipo de restauración consiste en cambiar la parte dañada completamente y atornillarla a su base con piezas especiales. Para soldar y que no se note se debe de hacer con plata, luego se grata (escobilla de metal que sirve para bruñir las piezas sobredoradas) y se pule, así queda como nuevo y no se nota. Hay muchas formas de presentar el bronce: con brillo, gratado, apomazado (alisado con piedra pómez), etc. El truco para que quede perfecto es hacerlo como siempre se ha hecho con grata de esparto y aceite (nunca nuevo) y piedra pómez; el problema que tiene este sistema, que ya no se usa, es que hay que tener mucho cuidado al manipular la pieza, ya que cualquier roce con los dedos mientras se realiza el apomazado dejaría la huella, después se barniza y queda perfecto. Ahora el bronce lo apomazan o lo esmerilan con poleas de fieltro y pómez, pero el resultado, aunque muy parecido, no es el mismo. El bronce y sus secretos.

×